La ira, es una emoción básica y universal. Básica, por estar al servicio de la supervivencia y universal, por ser experimentada por cualquier individuo sano. Si bien la experiencia de la ira es algo natural, es importante enseñar y aprender a expresarla y gestionarla de manera adecuada. Por eso, me gustaría hablaros del cerebro visto verticalmente.
CEREBRO INFERIOR Y CEREBRO SUPERIOR
El cerebro inferior se ocupa de funciones básicas, de reacciones
innatas, impulsos y de las emociones fuertes como la ira y el miedo. El cerebro superior es más
evolucionado, y en él tienen lugar el pensamiento, la imaginación
y la planificación. Lo
ideal como podréis imaginar, es que las dos partes, superior e inferior
estén integradas.
Pues bien, para que los
padres podamos entender a nuestros hijos, es importante saber que el
cerebro inferior está plenamente desarrollado ya al nacer, pero que el superior
no alcanza la madurez completa hasta bien pasados los veinte años!!
Así que no es de extrañar
que los niños tiendan a quedar atrapados en la parte inferior del cerebro,
sin poder recurrir a la superior, montando la consiguiente rabieta.
Pero es que además de
todo esto, en el cerebro inferior tenemos una estructura llamada amígdala,
que cuando se activa hace que la parte ya desarrollada del cerebro
superior se convierta en inaccesible.
Durante una rabieta en la
que un niño es incapaz de usar la parte superior del cerebro, no tiene
sentido hablar de consecuencias ni de su conducta inadecuada. Deberemos esperar
(también podemos ayudarlo con un gesto afectivo, una frase
tranquilizadora… según la edad y temperamento del niño) a que el niño se
apacigüe para poder emplear la lógica y la razón, y cuando goce
de serenidad plena hablarle de su conducta inadecuada y de la consecuencia
si es que la tiene.
Enseñar a nuestros niños cómo funciona el cerebro y que entiendan qué es
lo que les está pasando cuando están fuera de sí, les tranquiliza y serena
muchísimo. Esta imagen, sacada del libro Educar sin gritos (https://www.mistrucosparaeducar.com/producto/libro-educar-sin-gritos/), puede
servir de guía en la explicación:
A nadie
le gusta perder los papeles y los niños no van a ser menos. Saber qué les
está pasando y tener herramientas como esta, con la que gestionar este tipo de
emociones, ayuda mucho.
Fuentes:
Monge
Barrio, L. (2017). Educar sin gritos. Soldesol.
Siegel,
Daniel J. (2013). El cerebro del niño. Alba.
Laura Monge
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