lunes, 24 de abril de 2017

LOS CELOS (PAULA MARÍN)

Los padres son capaces de observar en ellos mismos y en sus hijos situaciones comunes a nivel del desarrollo que les sorprenden y pueden incluso asustarles. Sin embargo, la comprensión de las mismas les ayuda a entender porque sus hijos hacen lo que hacen, y porque ellos reaccionan como lo hacen.

Pero para ello, será necesario no cerrar los ojos, y atender a la realidad del conflicto, que no tiene por qué ser un problema grave, sino sencillamente conflictos y crisis que van surgiendo en el desarrollo evolutivo y madurativo de los niños.

Es fácil que estos conflictos se den de 0 a 6 años, ya que es la etapa en la que más aprendizajes se dan, y a un ritmo vertiginoso. Es una etapa de conocimiento, descubrimiento, adaptación… lo cual genera caos y confusión en muchas ocasiones no solo en los niños, sino también en los padres en cuanto a ellos mismos y a sus propios hijos: “¿lo estaré haciendo bien?”, “si esto nunca lo hacía…”, “¿Por qué ha cambiado tanto?” ...

La mayoría de las rutinas diarias, en lo que la relación paterno-filial se refiere, se produce de manera casi instintiva, sencillamente desde su saber hacer, desde los modelos educativos aprendidos, y por las propias experiencias. Pero es importante, y por ello insistimos, comprender los conflictos que irán surgiendo en torno al sueño, a la agresividad, a los miedos, a la alimentación… cambios que requerirán una toma de conciencia y una comprensión de lo que hacemos como padres, y ellos obran como hijos, pues es en esta etapa, además, un momento en el que el lenguaje no es tanto verbal sino corporal, gráfico, pre lingüístico… y muy pocos niños podrán expresar a nivel emocional que es lo que les ocurre.

Todo esto que venimos diciendo nos servirá para cualquier conflicto en el proceso de crecimiento, sin embargo, nos centraremos hoy en el tema de los celos:

Los celos aparecen cuando nos sentimos en desventaja frente a otra persona por algo que poseemos, o que pensamos que poseemos. Por lo que no es preciso la llegada de un hermanito para que se den, y además decir que se experimentan desde temprana edad:

Partimos de la relación fusional madre-hij@. Al comenzar a ser conscientes de esa tercera y tan importante figura familiar que es el padre, la triada edípica dará comienzo, con toda su complejidad. Será este el momento escogido para marcar que es ese algo que poseemos, el primer objeto suele ser por tanto la mamá. De ahí, que tras una etapa fusional, cuando mamá y el hij@ empiezan de nuevo a ser dos personas independientes (que lo eran ya, aunque no lo pareciera), surgen las primeras contradicciones y celos de “esta es mi mama”, que gráficamente ilustra Quino en una de sus viñetas de Mafalda:


¿Qué ocurre si no hay papá? Que la mamá igualmente fijará su mirada ya no solo en su hij@, sino que retornará al trabajo, a su vida social, tendrá intereses propios, y preferencias más allá de la crianza y del ser madre. Y el niño o la niña marcarán la posesión sobre su mamá respecto a los familiares, amigos, etc.

El niñ@, no verá con buenos ojos este movimiento, por lo que se resistirá y puede que cambie incluso su forma de comportarse, pues a pesar de que él/ella también desea la distancia, y la autonomía (ese conocido “yo solo”), su punto de referencia de seguridad de sostén… está cambiando. ¿Cómo nos sentimos ante los cambios? Nos asustamos, nos retraemos (o sufrimos regresiones), en resumen, nos sentimos perdidos.

Recordar en este punto que esta etapa de 0 a 6 años es una etapa de muchos cambios, y todos ellos son necesarios para crecer, por eso ante la dificultad del niñ@ en temas de desarrollo como son los temidos celos, en lugar de tender a evitarlos, taparlos, o ignorarlos, cosa que no dará efecto, pues es algo que el niño y la niña sienten, y por lo tanto es real para ellos, no desaparecerán. Por eso, y volvemos a la idea inicial, es preferible seguirles acompañando en su desarrollo desde la comprensión y el respeto de lo que va ocurriendo, tomando conciencia de cómo les afecta a ellos, y a nosotros, escucharles y escucharnos, y aprender a vivir con las emociones propias: reconocerlas, identificarlas, expresarlas…

Un niño puede sentirse muy seguro en algún aspecto de su vida e inseguro en otro. Por ejemplo, un niño puede ser brillante en los estudios, lo cual le aportará una gran seguridad a la hora de enfrentarse a cualquier situación académica, pero sentirse "inferior" en el ámbito familiar y será en este medio donde pueden aparecer los celos.

La llegada de un hermano es un momento propicio para que se den los celos. Antes que nada, remarcar que las emociones que provocan los celos en sí son de lo más natural, aunque pueda resultar una situación dolorosa, por eso, siempre será mejor tratarlos de la forma más natural posible: preparar la llegada del bebé, sin forzar el tema, contarle los cuidados que necesitará el nuevo miembro de la familia, etc.

Esto no impedirá que surjan los celos, sino que permitirán al niñ@ sentirse seguro, protegido, respetado… aun sintiendo celos, aun sintiendo rabia/enfado, aun sintiéndose perdido.
También surgen celos en la escuela (compañeros hacia la maestra), en procesos de separación, sobre todo si se da triangulación parental, o incluso frente a mascotas, o familiares cercanos.

Es importante hablar de lo que está ocurriendo en casa, o en la escuela, de lo que son los celos, de porque se sienten, de cómo se sienten, y propiciar estrategias y herramientas de expresión que no dañen a quien los siente ni a su entorno. Como siempre recomendamos que se den en forma de juego, pues permiten trabajar emociones, y conflictos serios, que les angustian, de una forma divertida, que desdramatiza la situación y que resulta menos angustiosa: con cuentos, pinturas, juego simbólico…


Es muy importante siempre, en cualquier caso, que se trate de conflictos evolutivos (miedos, alimentación, celos…) tener en cuenta que el poner límites de lo que se puede y no se puede hacer siempre es una fuente de seguridad para ellos, aunque en principio no los acepten, pues los límites son las normas que nos marcan el camino cuando no sabemos lo que está bien y lo que está mal y pensamos que podemos todo, como les ocurre a los niños/as en esta etapa, que se sienten tan egocéntricos por lo que conlleva el desarrollo madurativo, en el que están más centrados en el descubrimiento del yo que en lo social.

PAULA MARÍN TERAPEUTA INFANTIL 

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