Pertenecer a una familia es tan
importante como necesario para el desarrollo del sujeto. Es la familia la que
posibilita que el niño que nace pertenezca a un grupo que lo quiere y lo
protege, lo cuida y lo acompaña, posibilitando así en primer lugar que crezca
sintiéndose seguro, con autonomía y responsabilidad, con referentes y patrones
de identificación, serán ellos también los que los vayan introduciendo poco a
poco en la sociedad y la cultura, al poner normas, limites, escoger un colegio…
La familia deja huella a nivel
biológico, social y psicológico, una huella que viene de
generaciones anteriores, y nosotros hoy continuaremos de algún modo en nuestras
familias que vamos creando.
Los padres son los dos pilares
fundamentales a los que mira el niño en ese proceso de desarrollo tan complejo
que desde el útero comienza y nunca termina en responder a la gran pregunta
¿Quién soy? A ellos se identificará en los primeros años, para posteriormente,
en el mejor de los casos diferenciarse y buscar sus propios gustos, intereses,
ideologías… Pero además hay muchos otros miembros dentro de la familia nuclear,
que son los hermanos, gracias a ellos, podemos experimentar los celos, la
rivalidad, la competitividad que luego extenderemos a otros ámbitos
socio-laborales, o de relaciones sociales. De todos modos, en aquellas familias
que no haya hermanos el niño/a podrá sentir toda esta serie de sentimientos
encontrados, contradictorios como puede ser el amor/odio hacia una mama que me
quiere y una mama que me riñe, pues la triada edípica ofrece ese pack
emocional.
Nos enfadamos con los padres
cuando no son lo que esperamos, como hijos, pero Winnicott que trabajó mucho
tiempo con niños, y por tanto con padres ya nos advertía, no hay padres
perfectos, “solo suficientemente buenos”. La tarea de ser padre es una tarea de
las más difíciles, sino la que más, de las que enfrentará una persona en su
vida.
Lo importante en la familia es
poder hablar de lo que ocurre dentro de ella, poder solucionar los conflictos
que vayan surgiendo, pues, así como no existen padres perfectos, tampoco
familias perfectas.
Hoy es el día de mi cumpleaños,
soy hija, y además soy madre pues estoy embarazada de mi segundo hijo…, y me
siento dichosa de contar con mi familia de origen, y de estar creando la mía
propia, pasito a paso, no sin equivocaciones, miedos y dudas… porque para
formar parte de una familia, no hay libros de autoayuda, ni de pautas, sino que
hay que arriesgarse, jugar, y crecer al ritmo que uno puede, junto a las
personas que nos quieren y nos apoyan.
Hay personas que ya no están
caminando conmigo, a las que echo de menos y me alegro de haber podido conocer
y querer, al mismo tiempo hay otras que están a punto de llegar, con las que hay
muchas ilusiones y proyectos por realizar.
Espero paséis buen día, ¡yo voy a
celebrar mi cumpleaños!
Paula Marín
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